PRETÉRITO

         Se nos quebró el pretérito perfecto.

       Se quedó atrapado bajo una montaña de errores de conjugación cuando cometimos el delito mnésico de alterar la sintaxis que nos rodeaba, dejando fuera al complemento circunstancial que lo convertía en imperfecto.

       El libre albedrío nos dejó con un filtro de doble filo que ahora nos permite ver los colores mezclados en mediocridad que no advertimos al principio.

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