Más allá de los labios están las palabras que callas,
las que podrían encerrar el aire que falta para bombear algo más que
distimia.
Si quisieras levantar la vista sólo un instante,
verías que existen otras bocas hambrientas. Pero tú sigues con las retinas
ancladas al suelo, girando con un permiso de excedencia que se extiende sólo
hasta el final de tu circunferencia.
Hay días en los que siento que respiro ceniza.
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