AUNQUE SEAMOS MENOS

Ahora que el aire se nos escapa entre el tiempo que no gastamos, nos quedamos reclinados sobre el vacío al que nos enfrentamos de vuelta a casa.

Tenía la sensación de que había estado toda la vida esperando aquella conversación. Sólo hizo falta que empezaras a hablar para tener la certeza de que la vida podía ofrecer algo más que mediocridad.

Ahora que el tiempo nos aleja de la dualidad que nos debía, nos damos cuenta de que nos falta comodidad. Nos toca dormir sobre un colchón de piedra asediado de ausencia e impuntualidad.


Y nos sobra espacio


y distancia.


Creo que podría haber seguido mirándote hasta medianoche. Casi sin pestañear, mientras me sumergía en una realidad paralela. La de tu boca.

Pero aunque ahora no somos tantos, aunque seamos menos, nos queda una bolsa llena de sueños y un cuaderno escrito de ideas para recordar que un día estuviste aquí, con los ojos más brillantes y serios que he visto en mi vida.

INEVITABLES

Aprendimos a saltar entre burbujas de azúcar,
envasados al vacío de lágrimas que no lloran de risa,
huyendo de fronteras muertas y coronas de espinas,
de princesas de mármol con sonrisas de plata,
de ciudades sin nombre y banderas a media asta
izadas en honor al dolor que quedó clavado en la nuca,
alejados del vértigo inhalado antes del último salto de altura.

Que comience el espectáculo de luces y sombras
mientras intentamos protegernos con mentiras de papel,
agazapados bajo una capa de nubes rotas
que ya no alcanzamos a sentir sobre la piel.

El escudo empezó a desvanecerse en insuficiencia,
descubriendo cómo nos había vuelto vulnerables
antes incluso de que nos lanzáramos a la experiencia
de reinterpretar los latidos en ecos
que custodian los instantes
que refuerzan los motivos
que nos hacen inevitables.


CENIZA

Más allá de los labios están las palabras que callas, las que podrían encerrar el aire que falta para bombear algo más que distimia. 

Si quisieras levantar la vista sólo un instante, verías que existen otras bocas hambrientas. Pero tú sigues con las retinas ancladas al suelo, girando con un permiso de excedencia que se extiende sólo hasta el final de tu circunferencia.


Hay días en los que siento que respiro ceniza.


IONES

Hoy no quiero tener todo que ver con tus caderas.
Me he levantado de golpe y sollozo,
descontando los segundos que nos suman de espera.

         Vamos a clavar las rodillas sobre relámpagos de acero 
para que la luz nos ciegue la razón bajo iones de besos. 
Que estallen a quemarropa,
que nos marque las heridas 
la evidencia de tu huida 
y la mía. 

Hace tiempo que he hecho del insomnio derrotado 
la expresión perfecta de la indiferencia vacía.
La tuya, 
y la mía.


PRETÉRITO

         Se nos quebró el pretérito perfecto.

       Se quedó atrapado bajo una montaña de errores de conjugación cuando cometimos el delito mnésico de alterar la sintaxis que nos rodeaba, dejando fuera al complemento circunstancial que lo convertía en imperfecto.

       El libre albedrío nos dejó con un filtro de doble filo que ahora nos permite ver los colores mezclados en mediocridad que no advertimos al principio.

INERCIA

Todo parecía estar en su sitio. Tú, emitiendo vibraciones en forma de flechas. Yo, zarandeada por tu lógica abrupta y descarrilada. Envueltos en el mismo aire recalentado de siempre.

El tiempo iba pasando aprisionado en un puño, cuando antes de que nos diéramos cuenta el suelo nos quiso zambullir en el fango de nubes deshechas, donde se habían quedado evaporadas las ilusiones que pretendían dar respuesta a las cicatrices viejas.

Casi como por inercia, el cordón acabó rompiéndose enganchando latigazos que yo sí alcancé a esquivar.

SINESTESIA II

Se cae el reloj leyendo en braille la sinestesia que cubre tu piel. Colisionando colores, sonidos, texturas. Enredando cables, derritiendo pupilas.

Las sábanas caen muertas sobre la trinchera del miedo cuando la realidad abre fuego contra la anestesia general. Despertando la herida, evocando el exilio que atraviesa los pulmones.