AUNQUE SEAMOS MENOS

Ahora que el aire se nos escapa entre el tiempo que no gastamos, nos quedamos reclinados sobre el vacío al que nos enfrentamos de vuelta a casa.

Tenía la sensación de que había estado toda la vida esperando aquella conversación. Sólo hizo falta que empezaras a hablar para tener la certeza de que la vida podía ofrecer algo más que mediocridad.

Ahora que el tiempo nos aleja de la dualidad que nos debía, nos damos cuenta de que nos falta comodidad. Nos toca dormir sobre un colchón de piedra asediado de ausencia e impuntualidad.


Y nos sobra espacio


y distancia.


Creo que podría haber seguido mirándote hasta medianoche. Casi sin pestañear, mientras me sumergía en una realidad paralela. La de tu boca.

Pero aunque ahora no somos tantos, aunque seamos menos, nos queda una bolsa llena de sueños y un cuaderno escrito de ideas para recordar que un día estuviste aquí, con los ojos más brillantes y serios que he visto en mi vida.